Los Padres de la Iglesia eran hombres cultivados, que conocían la filosofía griega, sobre todo conocían la filosofía de Platón. Ellos tuvieron que encajar el hecho terrenal del nacimiento de Jesús con lo que era razonable. Por supuesto, no se pudieron engañar respecto a que no se podía pensar en algo menos razonable que la encarnación del hijo de Dios. Esta Encarnación (así, con mayúsculas, para distinguirla de las otras, la tuya, la de nuestros abuelos, la de nuestros padres, etcétera) traía consigo una preocupación por la carne; venía a poner de manifiesto una debilidad, la de resultar insoportable para aquellos hombres que todo se quedase en el mundo de las ideas de Platón. A aquellos hombres les pareció insuficiente un dios infinito, un dios perfecto, un dios omnipotente, un dios creador de todo, pero sobre todo les resultaba insoportable la idea abstracta de dios, o sea, la invisibilidad absoluta en la que este dios vivía. Del mismo modo que antes a Platón tuvo que parecerle demasiada poca cosa este mundo percibido por los sentidos, esta vida biológica que empieza con el nacimiento y finaliza con la muerte, y reaccionó pensando
#79. La Encarnación.
#79. La Encarnación.
#79. La Encarnación.
Los Padres de la Iglesia eran hombres cultivados, que conocían la filosofía griega, sobre todo conocían la filosofía de Platón. Ellos tuvieron que encajar el hecho terrenal del nacimiento de Jesús con lo que era razonable. Por supuesto, no se pudieron engañar respecto a que no se podía pensar en algo menos razonable que la encarnación del hijo de Dios. Esta Encarnación (así, con mayúsculas, para distinguirla de las otras, la tuya, la de nuestros abuelos, la de nuestros padres, etcétera) traía consigo una preocupación por la carne; venía a poner de manifiesto una debilidad, la de resultar insoportable para aquellos hombres que todo se quedase en el mundo de las ideas de Platón. A aquellos hombres les pareció insuficiente un dios infinito, un dios perfecto, un dios omnipotente, un dios creador de todo, pero sobre todo les resultaba insoportable la idea abstracta de dios, o sea, la invisibilidad absoluta en la que este dios vivía. Del mismo modo que antes a Platón tuvo que parecerle demasiada poca cosa este mundo percibido por los sentidos, esta vida biológica que empieza con el nacimiento y finaliza con la muerte, y reaccionó pensando