Siendo las cosas del mundo tan inconstantes, que un día se está ilusionado con una idea y al poco tiempo esa idea carece por completo de interés; siendo las cosas del mundo tan engañosas, que un día creemos que somos capaces de las más grandes proezas; siendo el dinero lo que es en el mundo; siendo la belleza de los cuerpos y de los rostros lo que es en el mundo, significando lo que significa, etcétera; siendo el trabajo en las cadenas de producción de las fabricas lo que es, lo que significa; siendo el que obró justamente condenado en muchas ocasiones por los tribunales de justicia; queriendo algunos hombres mandar sobre otros; viendo que el mundo cada vez es un lugar más inhóspito para los hombres de buena voluntad; habiendo sido Cervantes uno de los más grandes hombres que la humanidad ha dado, siendo su obra de fácil acceso para todos pero sin embargo apenas leída y menos comprendida en su trascendental profundidad y mucho menos tomada en serio; siendo en general los libros escritos por los hombres no tomados en serio, siendo considerados como literatura, algo apenas importante para la vida, algo que solo debe ser mero entretenimiento o solo ocupación de eruditos y profesores de universidad; siendo todo esto así... ¿cómo es posible que las madres y los padres, los abuelos y los tíos, la comunidad en general, hagan una fiesta con la llegada de un nuevo ser humano a este mundo? Las posibilidades de que ese ser humano sea un imbécil integral son hoy un millón de veces mayores que hace quinientos años. Las posibilidades de que este ser humano se vea acorralado por ideas y opiniones necias son dos millones de veces superiores a las que un ser humano tenía hace cien años, a principios del siglo XX, ya no digamos hace quinientos años, en el siglo XV.
Algo tiene que pasar al principio, los primeros años de vida, para que todos los hombres y mujeres, sean del país que sean, se hayan puesto de acuerdo sobre esto: No leer a Cervantes, ni a Shakespeare, ni a Dante, ni a Goethe, y menos por supuesto leer a Ibn Hazm; y si alguno llegase a leer alguna vez alguna obra de estos hombres nunca tomarse en serio lo que se encuentre expresado en ella, es decir, sobre todo nunca pensar que estos hombres hayan podido escribir algo que a nosotros nos pudiera atañer, nunca pensar que por medio de las obras de estos hombres nosotros pudiéramos encontrar algo de valor con lo que negociar en el mundo, en nuestra propia vida.
Algo terrible tiene que ocurrir durante los primeros años de nuestra vida para que algo tan extraño tenga lugar. No se sabe qué ha podido ser. A veces las influencias llegan de lo que menos importancia tiene para nosotros. En este punto hay que tener presentes las aladas y finlandesas palabras de Ángel Ganivet: “La Psicología tiene sus misterios, y no es fácil ver así, de golpe, la influencia que en nuestro espíritu ejercen las formas exteriores que habitualmente nos rodean y nos moldean, sin que nos demos cuenta de su sorda labor. Nuestro orgullo nos hace creer que estamos solo sometidos al influjo de los objetos en que voluntariamente fijamos nuestra atención; pero acaso sea más enérgico el influjo de lo imperceptible y de lo despreciable”.
No se trata de saber quién fue Ganivet, donde nació, dónde murió, no se trata de saber dónde están sus restos enterrados, ¡cómo va a tratarse de semejante cosa!, tampoco se trata de celebrar su aniversario, ni saber quién era su madre o su padre, en qué trabajaban, cuánto dinero ganaban, de qué clase social podía ser considerada su familia, ¡esas cosas no importan!; lo único que importa es reflexionar sobre esas aladas y finlandesas palabras, nada más que eso; caer en la cuenta nosotros mismos de que el hombre que escribió eso estaba en lo cierto.
Por ejemplo, a lo mejor estamos creyendo equivocadamente que la publicidad no es dañina para nosotros que nos abstenemos de consumir esos productos que no paran de anunciar en la tele, sin reparar que desde hace muchos años, casi desde que tenemos uso de razón, de lo que podemos estar seguros es de que no ha faltado el día en el que viésemos a alguien presumiendo públicamente de ser el mejor en su trabajo.
Otro ejemplo, a lo mejor creemos equivocadamente que no debemos preocuparnos de que los edificios públicos que se construyen hoy en día sean tan funcionales y carezcan todos de adornos consistentes en esculturas que representen figuras humanas o primorosas figuras de vegetales.
Otro más: a lo mejor vivimos demasiado expuestos a las interpretaciones de los cientos de actrices y actores que interpretan sus papeles en las diferentes películas y series de televisión y creemos que eso no puede afectarnos de ninguna manera.
Otro más: a lo mejor hemos visto muchas veces cómo el presentador del telediario es capaz de dar la noticia de la matanza de catorce personas por la explosión de una bomba y seguidamente sonreír para dar la noticia del comienzo de los carnavales de Cádiz.
Otro más: a lo mejor incluso cometemos un error al pensar que nuestros hijos están a salvo cuando ven esos dibujos animados en los que los animales hablan y hacen cosas como si fuesen humanos.
Y otro más AQUÍ.
Cuando estás en estado de gracia, tus palabras golpean como un martillo. Me ha encantado. Tanto, que me he ido volando a la librería del pueblo en busca de algún libro (cualquiera) de A. Ganivet. Pero, oh, constatando tu entrada, hoy día, no interesa el autor... ni un solo título.
La vida moderna no apuesta porque disminuyan los imbéciles integrales☹️