Ahora unas palabritas sobre el “Libro de buen amor” de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, un libro muy divertido. Sé que la mayor parte no lo lee porque está escrito en castellano antiguo pero a mí eso es precisamente lo que más me divierte. No entiendo por qué la gente está siempre empeñada en entenderlo todo. La poesía, por ejemplo, sé que la mejor poesía es la que no se entiende. Igual que el arte. ¿Quién quiere ver hoy un cuadro para entenderlo? Hay que ser subnormal para ponerse delante de un cuadro en ese plan. Bien, pues en el libro del Arcipreste se le da mucha importancia a lo sexual. Sin haber venido el doctor Freud a este mundo ya estaban aquellos hombres y aquellas mujeres del siglo catorce con el mete saca dichoso, y lo más divertido es darse cuenta de que los curas también lo hacían y las monjas lo mismo. Todos estaban a lo que había que estar, solo los más panolis se aburrían con otras cosas. El Arcipreste se hubiese divertido muchísimo en estos días. Da un poco de pena que un hombre con tantas ganas de amar naciera en una época en la que las mujeres debían cuidar de su honra. Seguro que por esto el bueno del Arcipreste perdió mucho tiempo y gastó muchas energías. Además, es seguro que tuvo que recurrir a los servicios de las mediadoras, como la Trotaconventos, antecedente de la Celestina.
#85. Unas palabras sobre el "Libro de Buen Amor".
#85. Unas palabras sobre el "Libro de Buen…
#85. Unas palabras sobre el "Libro de Buen Amor".
Ahora unas palabritas sobre el “Libro de buen amor” de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, un libro muy divertido. Sé que la mayor parte no lo lee porque está escrito en castellano antiguo pero a mí eso es precisamente lo que más me divierte. No entiendo por qué la gente está siempre empeñada en entenderlo todo. La poesía, por ejemplo, sé que la mejor poesía es la que no se entiende. Igual que el arte. ¿Quién quiere ver hoy un cuadro para entenderlo? Hay que ser subnormal para ponerse delante de un cuadro en ese plan. Bien, pues en el libro del Arcipreste se le da mucha importancia a lo sexual. Sin haber venido el doctor Freud a este mundo ya estaban aquellos hombres y aquellas mujeres del siglo catorce con el mete saca dichoso, y lo más divertido es darse cuenta de que los curas también lo hacían y las monjas lo mismo. Todos estaban a lo que había que estar, solo los más panolis se aburrían con otras cosas. El Arcipreste se hubiese divertido muchísimo en estos días. Da un poco de pena que un hombre con tantas ganas de amar naciera en una época en la que las mujeres debían cuidar de su honra. Seguro que por esto el bueno del Arcipreste perdió mucho tiempo y gastó muchas energías. Además, es seguro que tuvo que recurrir a los servicios de las mediadoras, como la Trotaconventos, antecedente de la Celestina.