#76. Lo más remoto.
Pienso que no debe de ser nada fácil dedicarse a la filosofía y tener que demostrar el sentido de la vida, o responder a preguntas del tipo por qué existo en vez de no existir, por qué tengo esta vida o de dónde me viene a mí esta vida o qué ocurrirá con todo esto cuando me muera.
Si todos los filósofos posteriores a Platón lo único que han hecho es interpretar o comentar la obra de Platón, han debido ser muchos los que se han dedicado a la filosofía tomando caminos equivocados, porque no puede ser que tantos filósofos tengan razón, más bien es lo contrario, más bien lo que pasa es que unos se equivocan y otros van arrastrando estos errores.
Platón, habiendo nacido antes de que Jesús viniese al mundo, tenía muchas ideas que parecían cristianas. Al principio, los primeros cristianos, los llamados Padres de la Iglesia, que conocían la filosofía de Platón, hicieron lo posible para encajarla en la doctrina cristiana, o al revés, encajar esta en la filosofía de Platón. Así hasta el siglo doce o trece, que es entonces cuando se descubre a Aristóteles.
Desde Platón es muy importante para los filósofos demostrar con pruebas la existencia de Dios, es más, parece que no hay otra cuestión que pueda ser más importante para un filósofo. Alguien que sea filósofo de verdad tiene que estar interesado en resolver esta cuestión. Aristóteles estuvo muy interesado en resolver esta cuestión y por eso puede ser considerado un gran filósofo. Seguramente si no le hubiese interesado si Dios existía o no existía no hubiese llegado a ser el gran filósofo que todo el mundo piensa que es.
El tema de la existencia de Dios es el gran tema de la filosofía. Precisamente Aristóteles reflexionó sobre las reglas por las que tenía que regirse la razón para poder pensar correctamente sobre lo metafísico, es decir, sobre teodicea, sobre Dios, es decir para no extraviarse en el viaje. Aristóteles probó la existencia de Dios con la física. Escribió un libro titulado así: Física. Después escribió otro titulado Metafísica, o sea, que está más allá de la física. En este libro Aristóteles empieza diciendo que todos los hombres por naturaleza quieren saber, conocer la verdad. También en este libro define límite o término, dice que límite o término es el extremo de una cosa después del cual ya no hay nada y antes del que está todo. El libro está lleno de definiciones: Perfecto es aquello que contiene en sí todo y fuera no hay nada, ni una parte; accidente es lo que se encuentra en un ser pero que no es necesario.
Es extraño que a un tipo tan inteligente como Aristóteles se le ocurriera demostrar la existencia de Dios a través del movimiento: Si todo está en movimiento ese movimiento de todo tiene que proceder de algún sitio y este sitio de procedencia tiene que estar inmóvil. No me parece muy lógico este modo de razonar. ¿Cómo puede ser que de algo inmóvil surja el movimiento? Me parece verdaderamente alucinante que un filósofo de la importancia de Aristóteles haya llegado a semejante conclusión. ¡El tipo que dictó las reglas del buen razonamiento ve como algo coherente que de lo inmóvil nazca el movimiento! Si Aristóteles está en lo cierto es algo realmente oscuro, algo difícil de entender.
Ojalá Aristóteles se haya equivocado. Pero también me gustaría que hubiese estado en lo cierto. Uno de los dos deseos, sin duda, está cumplido. No sé cuál. Mi apuesta es que se ha cumplido el primero, es decir que Aristóteles erró de alguna manera. Me parece difícil de entender que alguien con un espíritu tan crítico haya podido pasar una prueba errónea por buena. Algo huele mal en esto. A lo mejor la culpa de todo la tienen los que han interpretado la obra de Aristóteles. ¿Cuántos de ellos la habrán leído?, ¿cuántos habrán podido leerle en su propio idioma entendiéndolo todo?, ¿cuántos le habrán leído sin prejuicios? Comenzó a ser tenido por un gran filósofo en la Edad Media, por Santo Tomás de Aquino. Antes solo lo conocían los árabes. O sea que se podía decir que Aristóteles había aparecido en el mundo cuando el mundo era completamente cristiano, y no solo cristiano, sino católico. No eran muchos los que sabían leer por aquel entonces; los que podían hacerlo pertenecían todos a la Iglesia, es decir, habían sido perfectamente adiestrados en unos determinados principios, del mismo modo que yo y mis contemporáneos hemos sido adoctrinados en los principios democráticos y en los principios de la libertad individual. Me cuesta creer que aquellos hombres hubiesen podido leer a Aristóteles entendiéndolo cabalmente. Me cuesta creer que todo lo que encontraron en Aristóteles fuese conveniente para sus ideas, para su modo de ver el mundo. Sospecho que se haya podido producir alguna tergiversación interesada… Porque la idea que tengo de Aristóteles es la un tipo duro, inflexible ante las verdades científicas, que bajo ningún concepto mezclaría las cosas de la razón con las cosas del ser bueno. A él creo que le parecería una idiotez esa idea de que por ser bueno aquí, en este mundo, uno iba a recibir una recompensa en el más allá.