#74. Estos hombres griegos.
Estos hombres fueron los primeros en pensar en lo verdadero. La filosofía había empezado así: dos hombres, que además habían sido contemporáneos, intentando distinguir lo que era verdad de lo que no lo era. Uno era Tales y el otro Anaximandro. Anaxímenes era el tercer pensador inicial. Con estos tres se inició la historia de la filosofía. No es fácil dejar de pensar en estos tres pensadores como inferiores a Platón y a Aristóteles. El error seguramente viene de la creencia de que lo inicial siempre es algo más incompleto a lo que viene después. Y se utiliza la palabra “primitivo” con la connotación de algo poco pensado, algo que está más cerca de la naturaleza, algo sin forma, algo que está aún por hacerse. Pero todo lo que vino después se ha ido alejando de lo que pensaron los tres primeros pensadores. A ellos no se les llama “filósofos”, solo se les llama “pensadores”. Fue a partir de Platón cuando se empezó a utilizar la palabra filósofo para referirse a los que meditan sobre todas estas cuestiones.
Pero antes de Platón y después de los tres primeros pensadores hubo otros hombres griegos que pensaron sobre lo verdadero. Los más importantes fueron Pitágoras, Parménides y Heráclito.
Lo que más llama la atención es la forma en la que Parménides presentó su pensamiento: Parménides escribió un poema. Hay que atender, por tanto, a las palabras. Y la palabra fundamental, sobre la que gira todo el poema, es la palabra aleteia, que ha sido traducida por “verdad”, pero que estaría mejor traducida si se tradujese como “desocultamiento”, como lo opuesto a lo oculto (esto lo dice Heidegger). En el poema, una diosa acoge al pensador y le anuncia que experimentará revelaciones en su camino a través de ella. No hay que pensar en la mitología griega, o sea, no hay que pensar ni en Atenea, ni en Afrodita, ni en Ártemis, ni en Deméter. Se trata de algo bien distinto: algo completamente abstracto. La diosa es la verdad misma. No la diosa de la verdad a la que hay que rendir tributo o a la que hay que dirigirse para pedirle algún favor como si se tratase de una persona.
Es muy difícil ponerse en la piel de los griegos y entender lo que para ellos significaban los dioses. Y esto es muy difícil porque se lleva colocando al dios singular de la cristiandad como la medida y, comparativamente, los dioses griegos son menos espirituales y poseen una naturaleza inferior. De este modo siempre se piensa que los dioses griegos son inferiores.
Leyendo a Heródoto y a Tucídides se puede saber algo de cómo eran aquellos griegos, muy poco, pero algo más que si no se les lee. La mayor parte de la gente no los ha leído y no tiene intención de hacerlo. A la gente le importa un bledo cómo eran aquellos hombres. Y lo peor es que con ello, con esa actitud, se muestra un enorme desprecio por la filosofía, esto es, se muestra un total desinterés por lo que es verdadero. En los Estados Unidos de América ya hace tiempo ha aflorado una corriente que postula que lo verdadero no existe. Esto quiere decir que los profesores de las universidades americanas se pueden desentender de la verdad. Gracias a esta corriente se ha llegado al punto en el que nos encontramos. Un punto en el que por fin se ha erradicado el analfabetismo pero en el que nadie muestra interés por conocer cómo pudo surgir la filosofía en Grecia, hace tres mil años. ¿Qué pasó? Algo muy grave tuvo que ocurrir para semejante cambio en la concepción de todo. Hay que pensar, además, que la mayoría de los griegos no estaban en esa labor. Fue una minoría la que se interesó por lo verdadero. La mayoría siguió con sus vidas sin importarles distinguir lo que era verdadero. La verdad, qué duda cabe, es que la vida continúa aunque uno no sepa si es auténtica o si no lo es. La verdad es que cualquiera puede caer perdidamente enamorado de una persona que no le importa lo verdadero. Lo cierto es que cualquiera puede nacer de una mujer que no tiene el más mínimo interés en conocer lo verdadero. Incluso también es verdad que alguien que escribe libros para demostrar que lo verdadero no existe puede llegar a ser un filósofo muy respetado.
Se puede decir que Platón es el gran filósofo. El pensamiento de Platón es el que inicia la filosofía. Los filósofos posteriores estudian las obras de Platón y simplemente las interpretan y las comentan. Las diferencias que se producen es lo que constituye la historia de la filosofía. Los grandes filósofos han conseguido destacar porque han buscado no estar de acuerdo con las cosas que ponía Platón en sus libros. Hay libros de Platón que han sido desde el principio mucho más leídos que otros. El mito de la caverna es muy famoso, casi popular. Platón dice que vivimos en una caverna, es decir, en la oscuridad, esto quiere decir que no es auténtica la realidad que tenemos delante, la que podemos ver y tocar. Esta realidad es como una ilusión, algo que se puede desvanecer entre las manos al mínimo movimiento. La verdadera realidad está fuera de la cueva. Lo difícil de este pensamiento es pensar que lo que yo puedo ver con los ojos y tocar con las manos es falso o poco consistente y que lo verdadero, lo auténtico, es justo lo que no puedo percibir con los sentidos.
Como se sabe, este pensamiento es la base de la doctrina cristiana. A mí me parece raro que este pensamiento haya tenido tanto éxito. Sí, me asombra que tantas personas a lo largo de la historia se hayan tomado en serio un pensamiento como este. ¿Cómo es posible que Platón sea ese gran filósofo habiendo pensado una cosa como esta, algo que suena a cuento infantil, a fantasía, algo que se le podría haber ocurrido a Walt Disney? A lo mejor este es precisamente el motivo de su éxito y me equivoco yo por presuponer que los que se dedican a la filosofía no tienen nada de infantil. Podría ser que todos los filósofos fuesen como niños y que el mejor de ellos fuese el que se inventó el cuento más fantástico.